Hay bodas que parecen salidas de una novela romántica… y luego está la de Zein Qutami. Si te dijera que su suegro es Elie Saab —sí, ese Elie Saab— ya entenderías por qué esta historia merece ser contada en tres actos, como una ópera de alta costura.
Cuando te casas con el heredero del imperio Saab, Celio, y tu boda se celebra entre las montañas de Faqra y la solemnidad de Bkerke, sabes que cada vestido no es solo un vestido. Es una declaración.
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Y Zein, elegante, serena y absolutamente deslumbrante, lo sabía muy bien. Por eso no llevó uno, ni dos… sino tres vestidos de novia, todos firmados por su suegro. Cada uno con su propio relato, con su propia magia. ¿Te los cuento?
La novia etérea
Todo comenzó la noche del jueves, en una cena de bienvenida en Panorama Faqra. Imagina un lugar con palmeras miniatura, colinas suaves y el aire del Líbano flotando entre copa y copa. Ahí apareció Zein, como caída de otro tiempo, con un vestido color arena rosado, capa vaporosa y los arabescos brillantes que ya son firma de la maison Saab.
No era un vestido para competir con el paisaje, sino para mimetizarse con él. Una Cleopatra moderna y minimalista. Una novia-oficiosa que parecía caminar entre la tierra y el cielo.
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“Este vestido era un homenaje a la identidad libanesa”, explicó Zein. “Queríamos algo que hablara el idioma del lugar”.
Misión más que cumplida.
La novia celestial
El viernes llegó la ceremonia religiosa. Escenario: la imponente iglesia de Bkerke. Y ahí, Zein volvió a transformarse. Esta vez en una novia clásica, pero con un halo casi divino. El vestido —atención—: escote palabra de honor con mangas largas, corsé estructurado, una cascada de bordados plateados y un velo larguísimo que parecía extender la promesa del “sí, quiero” hasta el infinito.
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“Sabíamos que este sería el vestido más simbólico. Quería algo que se sintiera eterno”, contó Zein.
“Me sentí completamente yo… y completamente otra, al mismo tiempo. Como debe sentirse una novia”.
El resultado: una pieza que parecía sacada de las bodas reales del siglo XX, con la meticulosidad de un vestido imperial y la emoción de un diseño que nace del amor, no del encargo.
La novia luminosa
Y como toda historia fabulosa necesita un final a la altura, el sábado llegó la fiesta final. Una cena al aire libre, en la residencia familiar de los Saab. Velas como luciérnagas, bosque, música… y Zein, una vez más, en su tercer acto.
Esta vez, un vestido champagne en corte sirena, escote profundo en V, sobrefalda de más de cuatro metros y un bordado que capturaba reflejos, cristales, lentejuelas y geometría libanesa. Glamour total. Beirut en sus años dorados. Zein convertida en una diva nocturna, radiante y poderosa.
“Quería algo más sensual, más atrevido, pero con esa sofisticación que define a Elie Saab. Me sentí libre, feliz, poderosa”, confesó.
Y lo fue.
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El lenguaje Saab
Tres vestidos. Tres momentos. Tres versiones de una misma mujer que supo transitar de prometida a esposa sin perderse en el camino. Porque en esta boda, cada diseño hablaba el mismo idioma: el de Elie Saab.
Ese donde el lujo no necesita gritar, donde la silueta flota sin perder estructura, y donde el bordado no solo decora… narra.
Zein no fue solo una novia vestida por un maestro. Fue una mujer acompañada por un artista que, además, la llama familia. Y en un mundo donde la alta costura suele vivir entre egos y exclusividad, eso se siente como un gesto raro, íntimo y tremendamente valioso.
Mientras muchas novias se debaten entre la tradición y la identidad, Zein las abrazó ambas con naturalidad y elegancia. Porque no solo estaba guapísima (que lo estaba). Lo más importante: supo estar a la altura del vestido, del momento y del apellido que ahora lleva. Y a ti ¿cuál es el que más te ha gustado?
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Fuente Lucia Se Casa https://ift.tt/DQbfrne
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