Hay bodas en las que lloras con el “sí, quiero”, en las que te enamoras del vestido, del ramo, del banquete. Y luego están esas bodas en las que, al día siguiente, te despiertas con la voz rota, los pies destrozados… y un sobrecito con paracetamol, una botellita de agua y una nota que dice: “Gracias por darlo todo. Sobrevive como puedas.”
Bienvenida al fenómeno: el kit anti-resaca. Ese pequeño regalo de menos de 10 euros que no solo arranca una sonrisa, sino que salva vidas (o al menos domingos). Práctico, divertido, y para todos: hombres, mujeres, jóvenes, tías del pueblo… Nadie se libra de las consecuencias de una boda épica, pero con este detalle, al menos se lleva mejor.

¿Qué lleva un buen kit?
No hay una fórmula única, pero los ingredientes estrella se repiten:
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Una botellita de agua o sobre de suero oral: lo agradecerás a las 9:00 (y a las 12:00, y a las 15:00).
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Chicle o caramelo de menta: por si el aliento… no acompaña.
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Toallita refrescante: para volver a la vida.
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Tiritas: tacones, sandalias nuevas, pies bailones… ya sabes.
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Un snack dulce o salado: porque el cuerpo pide combustible.
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Un mensaje divertido o personalizado: ahí está la gracia.
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Algunos novios incluso incluyen antifaces para dormir, mini cápsulas de café, mini botellas de zumo, o una bolsita de té detox. El kit puede ser tan sencillo o tan elaborado como tú quieras, pero siempre funciona.

¿Cómo se presenta?
Aquí es donde entra la creatividad (y el estilo). Las opciones más populares:
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Bolsitas kraft con etiqueta personalizada
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Cajitas con pegatina “Hangover Kit”
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Neceser de tela con iniciales o mensaje tipo “Survival mode: ON”
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Mini tote bags reutilizables (muy tendencia ahora)
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¿Cuánto cuesta?
Con un presupuesto de entre 5 y 10 euros por unidad, puedes crear kits muy completos. Hay packs ya montados que puedes personalizar o, si te apetece un toque más DIY, puedes montarlos tú misma con ayuda de tus amigas (es un planazo pre-boda, por cierto). Y si te casas fuera, incluirlo en el pack de bienvenida de tus invitados.
¿Cuántos kits poner? (Y qué pasa si no hay presupuesto para todos)
Esta es la gran pregunta: ¿tengo que hacer un kit por cada invitado?
La respuesta corta: no necesariamente.
La opción ideal —sobre todo si te lo puedes permitir— es preparar un kit por persona. Puedes colocarlo en las habitaciones (si es boda de destino), en el coche de vuelta, junto al seating plan, o directamente ponerlo en sus sillas. Así te aseguras de que todos lo reciben, lo usan y lo agradecen.

Pero si el presupuesto aprieta (y en una boda, ya sabemos que eso pasa), hay alternativas perfectamente válidas. Por ejemplo:
Colocar los kits en una estación visible junto a la barra libre o en la zona chill-out.
Hacer la mitad del número total de invitados (si tenéis 170 personas, unos 85 kits suele ser suficiente). No todos lo cogerán, y muchos van en pareja o en grupo, así que no es imprescindible uno por cabeza.

Puedes incluso poner un cartel simpático tipo: “Coge tu kit de supervivencia”. Así lo conviertes en un guiño cómplice sin presión.
¿Por qué arrasa?
Porque es útil de verdad. Porque no es solo mono, también tiene sentido. Porque es inclusivo, no está cerrado a un género o a una edad concreta, puede gustarle a tu mejor amiga y a tu tío. Porque habla de una boda sin postureo, de esas en las que se baila hasta que duele, se brinda sin miedo y se vive a lo grande.
Y sobre todo, porque tiene alma. El kit anti-resaca dice algo muy claro: “Me importas. Sé lo que hiciste anoche. Y quiero que sigas queriéndome mañana.”
En un mundo de detalles muchas veces estéticos (que también nos encantan, ojo), este es de los que se sienten. De los que se usan. De los que se recuerdan con cariño… mientras tragas el ibuprofeno con los ojos medio cerrados.

Puede que en tu boda haya una decoración de ensueño, un DJ impecable, y una mesa de postres que parezca de Pinterest. Pero si hay algo de lo que todos hablarán con risas, memes y gratitud eterna… será de ese kit anti-resaca salvavidas.
Porque sí: la resaca pasa. Pero el detalle queda.
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Fuente Lucia Se Casa https://ift.tt/h0vC2SZ
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