Seguro que lo has escuchado mil veces: “El día de tu boda pasa volando”. Y sí, es verdad. Entre nervios, emociones, abrazos, brindis y tacones que ya empiezan a doler, las horas se esfuman y, sin darte cuenta, la fiesta ya ha terminado. Por eso las fotos son tu salvavidas: son las que te devuelven ese día cada vez que las miras.
Pero aquí viene el problema… Muchas novias, después de recibir su álbum, se dan cuenta de que faltan esas fotos que ni siquiera habían pensado pedir. Esas imágenes que parecen “de relleno” antes de casarte… pero que después se convierten en pequeños tesoros.
Hoy vamos a recordarte esas fotos que siempre se olvidan… y luego más se echan de menos.
El momento en el que tu familia te ve vestida de novia por primera vez
Olvídate del “first look” con el novio (que también es precioso). Este es el momento. La cara de tu madre intentando no llorar, tu padre disimulando el nudo en la garganta, tu hermana abriendo la boca como si fuera una escena de película o tus amigas de toda la vida con las pupilas clavadas en ti intentando no llorar. Es emoción pura, sin filtros.
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Avisa al fotógrafo que esté listo en el momento exacto en que entres en la habitación ya vestida. Esa reacción no se repite.
Los preparativos… pero de él
Tú estarás ocupada con tu maquillaje, tu velo y tus damas de honor, pero ¿y él? La mitad de la historia también es suya. Los gemelos que no consigue abrocharse, su amigo de toda la vida ajustándole la corbata, el brindis improvisado con sus testigos. Son escenas íntimas y divertidas que completan el relato de tu boda.

Los invitados mientras esperan
Mientras tú das el sí quiero, la gente charla, ríe, se abanica, se acomoda en sus asientos… Esos instantes capturan la atmósfera real de tu día. Y sí, a veces incluyen a tu tía saludando a medio pueblo o a tu prima intentando que sus hijos se queden quietos. Pequeñas joyas que cuentan mucho de tu historia.
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La reacción de los invitados durante la ceremonia
Cuando estás en el altar, apenas puedes mirar más allá de tu pareja. Pero ahí, en segundo plano, tu abuela está llorando, tu amiga de la universidad sonríe con orgullo y tu sobrino intenta entender qué está pasando. Esa colección de emociones paralelas es oro puro.

El beso… visto desde atrás
Todos esperan la foto del beso desde el frente. Pero la imagen tomada desde atrás, con la mirada de todos los invitados, el lugar decorado y ese instante congelado… tiene un poder narrativo increíble. Es como espiar tu propio momento desde otra dimensión.

El banquete antes de que empiece
Sí, antes de que todo el mundo ataque el primer plato. Las mesas perfectas, las flores frescas, las copas alineadas, la luz entrando justo a la hora dorada… Son detalles que se deshacen en minutos y que, si no se fotografían, desaparecen para siempre.

Los abrazos espontáneos
No hablo de las fotos posadas de grupo. Hablo de esos abrazos que suceden de repente, cuando alguien se te acerca emocionado, cuando dos personas que no se veían en años se reencuentran, cuando un amigo se cuela a darte un beso en mitad de la pista de baile. Son pequeños regalos visuales.
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El final de la fiesta
Ese instante en el que ya no queda rastro del peinado perfecto, el maquillaje es más ligero, los tacones han desaparecido y las sonrisas son más grandes que nunca. El final es tan auténtico como el principio, y muchas veces… es incluso más divertido.
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El álbum de tu boda no es solo una colección de fotos bonitas: es un archivo emocional. Cuanto más completo y auténtico sea, más te hará revivir cada sensación. Así que antes de tu gran día, habla con tu fotógrafo y hazle una lista de imprescindibles.
Porque el día pasa volando, pero esas fotos… esas sí que duran para siempre.
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Fuente Lucia Se Casa https://ift.tt/fC24AnK
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