Su historia no cabe en una sola vida, ni en una sola boda.
Isabel Preysler abre sus memorias y nos invita a recorrer con ella los capítulos más decisivos de su trayectoria sentimental: tres enlaces que marcaron época —con Julio Iglesias, Carlos Falcó y Miguel Boyer— y un amor literario que terminó convertido en carta.
A lo largo de las páginas de Mi verdadera historia, la socialité se muestra sin filtros. Con la serenidad de quien ya no necesita demostrar nada, Isabel abre su álbum de recuerdos (dedicado a sus nietos) y nos deja asomarnos a una vida en la que el amor, la fama y la elegancia siempre caminaron de la mano.
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“Se han dicho tantas cosas falsas sobre mí a lo largo de los años sin que me molestará desmentirlas que he decidido hacerlo ahora”, decía la celebrity en su última entrevista en El Hormiguero.
La mujer que decidió contarse
Siempre ha sido un personaje observado, comentado, interpretado. Pero ahora, Isabel Preysler toma la palabra. En Mi verdadera historia, su recién publicada autobiografía, se atreve a poner orden entre los rumores y las leyendas que la han acompañado durante más de cinco décadas.
Con una elegancia que no necesita imposturas, repasa sus amores, sus pérdidas y su manera —tan suya— de vivir bajo el foco sin perder la calma. Y sí, sus tres bodas tienen mucho que decir sobre la España que ha cambiado con ella.
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Julio Iglesias: juventud, fama y un “sí” a toda velocidad
El 29 de enero de 1971, Illescas fue el epicentro del acontecimiento del año. Isabel, con solo veinte años, se casaba con un joven cantante llamado Julio Iglesias, que pronto conquistaría el mundo.
El enlace fue multitudinario, el vestido, sobrio y romántico, y la novia, una mezcla de dulzura y vértigo. En sus memorias, Isabel confiesa que aquella boda la vivió más como una obligación que como un sueño: la presión mediática, la juventud, y, sobre todo, un embarazo inesperado que cambió sus planes.
De aquel matrimonio nacieron tres hijos —Chabeli, Julio José y Enrique— y una historia de amor que, aunque terminó en 1978, marcó para siempre el inicio de la “marca Preysler”.
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Carlos Falcó: el título, la calma y Tamara
Poco después, el destino la cruzó con el marqués de Griñón. La suya fue una historia serena, de afinidades y buena educación. Se casaron en marzo de 1980, en la finca familiar de Carlos, rodeados de discreción y amigos cercanos.
Isabel eligió un vestido color salmón, delicado y sin artificios, que hablaba de una nueva etapa: más madura, más suya. De aquel matrimonio nacería Tamara Falcó, hoy heredera del título y del encanto de ambos.
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La relación no duró demasiado, pero quedó el cariño, y, sobre todo, una hija que años después recordaría a su madre en su boda con Íñigo Onieva con una frase que parece escrita para ella: “El amor todo lo puede, incluso reinventarse”.
Miguel Boyer: amor sin etiquetas
El tercer capítulo llega en 1988, con Miguel Boyer, entonces exministro de Economía y hombre de carácter reservado. Su relación comenzó entre críticas y portadas, pero Isabel nunca se escondió: “Era el amor de mi vida”, confiesa ahora.
Se casaron en secreto y vivieron más de dos décadas juntos, hasta la muerte de Boyer en 2014. A su lado, Isabel encontró algo que no siempre tuvo: estabilidad, complicidad y una vida familiar tranquila junto a su hija Ana.
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Las cartas de Mario Vargas Llosa: cuando el amor se escribe con tinta
Y entonces, cuando parecía que su historia sentimental estaba completa, apareció Mario Vargas Llosa. El Nobel peruano entró en su vida y, durante años, compartieron viajes, cenas y confidencias.
Pero lo más sorprendente llegó ahora, en sus memorias: Isabel ha decidido publicar ocho cartas de amor que el escritor le envió durante su relación. Ocho piezas de literatura pura donde Vargas Llosa se desnuda sentimentalmente.
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“Nunca imaginé que me harías tanta falta”, le escribe.
“Te beso, en cámara lenta, en tus orejitas, en tus hombros, en las manos y en los pies.”
Las cartas recorren su historia desde la ilusión del inicio hasta la serenidad de los últimos años. En la última, fechada en 2022, el Nobel le promete un regalo: una novela escrita para ella. “Será mi mejor libro —le dice— y quiero dedicártelo con todo mi amor.”
Isabel responde, también por escrito, con una despedida elegante y firme. “Lo que de verdad hace imposible la convivencia es la mala educación y tú estás muy mal educado. Mi casa no es un hotel en el que las personas van y vienen sin tener en cuenta a los demás.”, le recuerda, cerrando el capítulo con dignidad y sin rencor.
Una vida contada sin tapujos
Con Mi verdadera historia, Isabel Preysler demuestra que detrás de los titulares hay una mujer que ha vivido intensamente y que, por primera vez, se atreve a contarlo a su manera.
Tres bodas, un amor literario y una vida que, más allá del lujo, habla de emociones universales: ilusión, pérdida, reinvención.
Porque, como escribe ella misma, “la verdad, por fin, también puede ser elegante”.
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Al final, Isabel Preysler no solo repasa su vida: la reivindica. Entre vestidos, titulares y cartas de amor, emerge una mujer que ha aprendido a amar, a perder y a empezar de nuevo sin perder la compostura. Mi verdadera historia no busca escándalos, sino verdad. Y la suya, contada con la calma de quien ha vivido mucho y bien, demuestra que el estilo —como el amor— puede reinventarse con los años.
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Fuente Lucia Se Casa https://ift.tt/0TI4int
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