Las bodas dan pie a muchos tipos de nervios. Uno de ellos surge al pronunciar en público el discurso que has preparado, ya sea durante la ceremonia (en una boda civil o religiosa) o en pleno banquete. Y es que los novios pueden enfrentarse a esta difícil empresa si quieren, personalizando e imprimiendo mayor emoción a la velada.
Pero, ¿cómo hacerlo? Si no eres muy ducho en las artes de la escritura, pide ayuda a otra persona para que te ayude a estructurar lo que quieres decir, pero sin dejarle redactar la nota. Si se te da bien escribir, ya sabes lo que tienes que hacer. Pero, en cualquier caso, sigue estos consejos para guiarte sobre cómo escribir el discurso de tu boda en 5 pasos.
1. Pensar, estructurar y escribir
3. Hacer partícipes a los invitados y recordar a los que no están
4. No tomar demasiadas licencias en el lenguaje y la extensión
5. Ensayar el discurso y disfrutar
1. Pensar, estructurar y escribir
Antes de nada, piensa que el discurso de la boda es un reflejo de todo lo que sientes. Por ello, no te pongas a escribir a lo loco como un desesperado. Respira, reflexiona, analiza… Piensa bien lo que quieres escribir, el tipo de mensaje que quieres dar, lo que sientes y cómo transmitirlo y, sobre todo, cuánto quieres mostrar al mundo sobre tus sentimientos.
Seguidamente, hazte un borrador de todas esas ideas que han brotado en tu cabeza. Empieza contextualizando el momento en el que te encuentras y echa la vista atrás para entregar a tu pareja y público referencias de vuestra relación. Indaga mucho en ello y menciona a todas las partes implicadas. Finaliza con una buena reflexión sobre todo lo que habéis construido y lo que queda por construir.
A continuación, piensa en el tono. Los hechos pueden ser unos, pero adornados con cierto estilo pueden evocar unas cosas u otras. ¿Qué prefieres? Decídelo antes de ponerte a escribir.
A partir de ahí, puedes coger el boli o teclear en el ordenador. Todo fluirá porque lo tienes anotado al lado, como guía para escribir y no quedarte pensando en la nada. Tu relación con esa persona es especial y, aunque no sepas escribir, las ideas surgirán. Como ya te hemos advertido, puedes servirte de la ayuda de una persona que escriba mejor que tú o que, simplemente, sea un poco más organizada. Pero recuerda que la esencia debe ser tuya, solo tuya.
2. Combinar emoción con humor
Cada persona es libre de escribir a su antojo, pero desde Zankyou recomendamos el equilibrio entre emoción y humor. Porque emocionar es clave cuando se trata de un discurso así y para ello son vitales las referencias al pasado, mencionar a personas importantes y hablar de los sentimientos que os han llevado a dar ese gran paso. Aunque suene melodramático o engañoso, busca las lágrimas del personal o un discurso que puede provocarlas; ello significa que tus palabras y tono son lo suficientemente emocionantes.
Pero no te olvides del humor. La comedia ayuda a que todo sea más llevadero y en combinación con la emoción forman una bomba de relojería. Para empezar, el humor ayuda a romper el hielo, a calmar los nervios (tanto los tuyos como los de tu círculo más cercano) y a poner las bases de un discurso que, como decimos, debe bascular en torno a la comedia y a la emoción. Porque el humor rebaja la emoción para no convertir el discurso en una piscina de lágrimas o en un drama. Además, esta técnica potencia las sonrisas y las risas, dos de las más grandes formas de expresión que no pueden faltar en un día de alegría como ese. El humor es clave para la vida, para las relaciones, para afrontar todo de una manera más positiva. ¡No te olvides de él en tu boda!
Para hacer uso del humor, intenta no recurrir al chiste fácil, a los tópicos o las bromas pasadas de época. Busca ser original, ingenioso/a, tira de anécdotas y menciona hechos de todo tipo, tanto los conocidos por la pareja como los que sean vox populi. Pero no conviertas el discurso en una interpretación exagerada o esperpéntica, pasada de vueltas. Esto no es el Club de la Comedia y quizá no tengas el talento como para buscar ese tipo de risas. Si hablas con una gracia comedida, seguro que te metes a todos en el bolsillo.
Finalmente, es importante recalcar la importancia del respeto. No te apoyes en el humor para descalificar a alguien (tanto presente como ausente) o para humillar, aunque esto fuera divertido para los abusones del instituto. Mucha gente lo hace y no hace gracia, en absoluto. A veces, las bromas se malinterpretan y ponen en evidencia a las personas implicadas. Utiliza la comedia siempre con respeto, aunque sueltes pullas divertidas.
3. Hacer partícipes a los invitados y recordar a los que no están
No te olvides de los demás. La boda es un evento protagonizado por los novios, eso es obvio, pero tus invitados (seguramente más de 100 y quizá más de 200 o 300) también merecen unas palabras. Y no hablamos de dedicarle unas líneas a cada uno, sino de mencionar a las personas que más os han ayudado en este camino o de incluir anécdotas con familiares y amigos. Y, sobre todo, no te olvides de hablar de las dos familias. Evidentemente, la mayoría de novios o novias vertebran su discurso alrededor de su pareja y de sus personas más cercanas, pero tu otra familia merece un guiño y una muestra de consideración. Haz una mención especial a las personas que no han podido asistir por problemas de agenda, de salud o de situación geográfica.
Y en el caso de las personas que ya no están, intenta no tirar de drama ni aprovechar esas ausencias para construir un clima triste. No te recrees en las pérdidas importantes, sobre todo si son recientes, y no las menciones si no eran personas especialmente directas, pues nunca sabes qué sensibilidad puedes herir. Pero si te afectan especialmente esas ausencias y quieres hacer alguna mención especial, hazlo con respeto, recordando los buenos momentos y lamentando su ausencia con bonitas palabras exentas de dramatismo.
4. No tomar demasiadas licencias en el lenguaje y la extensión
Si sabes escribir, tienes varios puntos ganados en esta travesía hacia el discurso perfecto. Si se te da bien, mucho mejor, la verdad. Sin embargo, recuerda que esta tarea no aspira ni a un doctorado ni al Nobel de Literatura. Debe estar bien escrito, por supuesto, pero hay formas bellas de escribir que pueden estar alejadas de la pompa y el exceso de ornamentación. Utiliza un lenguaje llano, natural, a la altura de todos los presentes, entre los que habrá niños, adolescentes, adultos y personas mayores. No te enredes con expresiones confusas, léxico complicado o figuras retóricas excesivamente trabajadas. Todos deben entender el mensaje y este, aunque bonito, no debe resultar indescifrable para nadie.
Para ello, escribe con el corazón. El lenguaje de este no suele ser recargado, a no ser que seas Quevedo, sino cercano y comprensible para todas las personas que han amado alguna vez. Tampoco te pases de coloquial. Utiliza palabras de la calle y chascarrillos si tú y tu público estáis cómodos con él, pero evita las palabras malsonantes y expresiones demasiado generacionales que solo algunos puedan entender. ¡Recuerda que estás en un evento formal!
Por otro lado, controla la extensión del texto. El discurso debe tener el tamaño adecuado, que no canse tras una primera lectura. Para ello, compártelo con algunas personas (con pocas si quieres mantener la sorpresa) y llega a la conclusión de alargarlo o acortarlo. Para ello, siempre es mejor escribir poco y con sentido que mucho y con palabrería vacía. Tienes que ser claro, conciso y emotivo a partes iguales, evitando parrafadas tamaño Quijote que provoquen distracciones en tu audiencia. Así, acabarían perdiendo el hilo del mensaje; mejor que te recuerden por un discurso bonito que por uno interminable y soporífero.
5. Ensayar el discurso y disfrutar
Hablar en público no es una actividad de buen gusto para todo el mundo. Para muchos es una verdadera papeleta, un auténtico calvario, por lo que será mejor escribir con seguridad y ensayar el discurso una y mil veces. Para ello, utiliza un espejo que te permita enfrentarte a ti mismo. Grábate para descubrir las virtudes de tu interpretación y los fallos de tu perorata. Esta técnica también te ayudará a ver tu imagen real en ese escenario y enterrar la estampa ficticia y distorsionada (para mal, siempre para mal) que sin duda se habrá cruzado por tu cabeza si eres inseguro/a. Si es el caso, prueba a hablar de tus nervios antes de empezar el discurso. De esta forma, la gente será más permisiva con tus errores en la oratoria, mostrando empatía y ternura, así como cierta risa confidente.
Quizá no esté de más que lo memorices casi en su totalidad, pero deberías mostrarte relajado a la hora de pronunciarlo para evitar una sensación robótica, como quien se aprende algo sin sentirlo. Tienes que demostrar con tu voz y gestos lo que dicen tus palabras. De esa forma, el discurso quedará redondo.
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