En un mundo donde los “para siempre” parecen durar cada vez menos, hay historias de amor que se convierten en faros. Historias que nos recuerdan que la complicidad, el compromiso y la risa compartida son el verdadero final feliz. La de Denzel Washington y Pauletta Pearson es una de ellas. Y sí, merece contarse.
Imagina un romance que comienza bajo los focos, supera tres propuestas de matrimonio y, más de cuatro décadas después, sigue brillando con la misma intensidad. Sí, existe. Y lleva los nombres de Denzel Washington y Pauletta Pearson.
Un flechazo entre cámaras
Todo arrancó en 1977, durante el rodaje de Wilma. Él interpretaba al novio de la atleta Wilma Rudolph; ella era una corredora decidida y luminosa. Entre tomas, las miradas se cruzaron… y lo demás, como dicen, es historia.
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Tres intentos, un “sí” y un altar en Sudáfrica
Confesémoslo: a veces nos encanta hacerles sudar. Pauletta lo sabe bien. Denzel tuvo que declararse tres veces antes de escuchar el esperado “¡Sí, quiero!”. El 25 de junio de 1983 sellaron su amor, y en los noventa renovaron votos nada menos que en Sudáfrica, con el arzobispo Desmond Tutu bendiciendo la escena como de película.
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41 años (y contando) de complicidad
En un Hollywood donde los matrimonios duran menos que una temporada de premios, ellos suman 41 años sin escándalos. ¿La clave? “No abandonar al otro”, confiesa Denzel. Él se embelesa hablando de “la mujer de su vida”; ella lo mantiene con los pies en la tierra y, entre bambalinas, dirige la orquesta familiar.
Juntos han criado a cuatro hijos: John David, Katia y los gemelos Malcolm y Olivia. Mientras Denzel conquistaba la pantalla con Training Day o American Gangster, Pauletta aparcó Broadway para enfocarse en su hogar. Hoy, sus hijos presumen de una madre que supo equilibrar pasiones: familia primero, pero sin renunciar a su arte (¿la recuerdas en Philadelphia?).
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El amor como equipo
“Ella ha hecho el trabajo pesado”, admite él. Religión diaria, colegios, rutinas… Pauletta fue la directora creativa de ese proyecto llamado “familia Washington”. Y cuando regresó al teatro, su primogénito la ovacionó públicamente: “Mamá me inspira a ser mejor”.
Para Denzel, la amistad es el cemento que sostiene la estructura: “Antes de todo, somos mejores amigos”. El respeto mutuo y el humor completan la fórmula.
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¿Sueñas con un amor que resista tormentas y alfombras rojas? Inspírate en la pareja que ha convertido su vida en un guion digno de Óscar. Porque si Denzel y Pauletta nos han enseñado algo, es que el verdadero final feliz no se escribe en los créditos… se construye día a día, de la mano y con la mirada en la misma dirección.
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