Cuando Rainey Qualley, hija mayor de Andie MacDowell, se dio el “sí, quiero” con el cineasta Tony Wilson, nadie imaginaba que el verdadero plot twist de la boda llegaría de la mano de la madre de la novia. Porque sí, el amor fue protagonista… pero el look de Andie acaparó todos los flashes.
Rainey, actriz y cantante, eligió un delicado vestido vintage de Mira Zwillinger y ya con ese dato, sabíamos que la boda no iba a ser precisamente clásica.
La temática del enlace parecía sacada de un sueño entre gótico y encantado: las damas de honor vestidas de brujas y los padrinos de brujos, en una atmósfera casi cinematográfica. Todo muy Rainey.
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Andie MacDowell: de dama floral a “reina de los cuervos”
Y entonces llegó ella. Andie MacDowell, con su estilo único, un poco hechicera. Su look no dejó indiferente a nadie: hombreras de plumas, tocado de ramas secas y un maquillaje oscuro que gritaba look gótico en cada paso. Si en la boda de su hija Margaret Qualley (casada con Jack Antonoff) apostó por flores y colorido de Cynthia Rowley, esta vez Andie se transformó por completo.
Lo suyo fue una declaración de estilo: atrevida, teatral y absolutamente magnética. Una prueba más de que la protagonista de Cuatro bodas y un funeral sabe adaptarse a cualquier dress code… y salir ganando.
Una celebración con corazón vegano y espíritu familiar
El banquete, 100% vegano, fue otro de los grandes aciertos. Según contó la pareja, los invitados no dejaron de comentar durante días lo delicioso que estaba todo. En las fotos compartidas por Rainey en redes, se aprecia esa mezcla perfecta de naturaleza, amor y humor. Además contó con la presencia más tierna de todas: su bebé Bluebell.
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Antes del enlace, la novia contó que tanto su madre como su hermana Margaret Qualley estuvieron con ella durante el parto. “Son las mejores”, confesó. “Tuve un parto larguísimo, de unas 75 horas, y mi hermana voló desde Nueva York justo antes de que naciera Bluebell”. Una familia unida dentro y fuera del foco.
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Un ritual para recordar
Rainey también compartió con Vogue uno de los momentos más simbólicos de la ceremonia: “Tony escribió sus votos en un pergamino, y durante la ceremonia pasamos una cuerda entre todos los invitados para que enviaran sus bendiciones. Luego usamos esa misma cuerda para atar el nudo”. Literalmente.
Y entre lágrimas, risas y disfraces de lo más ingeniosos, la novia confesó que “ver a Tony emocionado, a mi padre llorando en primera fila y a mis amigos disfrazados entre el público fue todo lo que podía haber soñado”.
Una boda mágica, familiar y con un toque de locura encantadora —y un look de Andie MacDowell que ya es historia del estilo wedding season.
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