lunes, 19 de mayo de 2025

Las reinas se visten de novia para asistir a la misa inaugural del papa León XIV

Roma volvió a convertirse en el centro del mundo. Tras la despedida al papa Francisco hace apenas unas semanas, la Iglesia Católica abre una nueva etapa con la llegada del papa León XIV. Y allí estuvieron ellos: líderes mundiales, casas reales… y unas reinas que, vestidas de blanco, parecían salidas de un cuento nupcial con siglos de tradición.

Este 18 de mayo, la Plaza de San Pedro en el Vaticano vivió una jornada histórica: la misa de inicio del pontificado de León XIV, el nombre adoptado por el estadounidense Robert Francis Prevost al convertirse en Santo Papa. La emoción era palpable. Entre vítores, banderas y un sol radiante, el nuevo Pontífice fue recibido a lo grande por una multitud de fieles… y por más de 150 delegaciones oficiales de todo el mundo.

 

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Entre ellas, estaba la española, encabezada por Sus Majestades los Reyes, que llegaron a la Basílica de San Pedro para ocupar el lugar reservado a España, justo a la izquierda del altar tal y como manda el protocolo.

Tras la misa, los Reyes accedieron al interior del templo y saludaron a Su Santidad, al que felicitaron en nombre del pueblo español, el Gobierno y la Familia Real. Un gesto cargado de simbolismo, respeto y continuidad.

Letizia y el blanco que solo unas pocas pueden llevar

Pero vayamos a lo que todas estábamos esperando: la moda, el protocolo y ese detalle que convierte a una reina en protagonista silenciosa de un acto global. Doña Letizia, como solo ella sabe hacerlo, volvió a dominar el lenguaje del estilo institucional. Vestida de blanco y con un velo, irradiaba sobriedad y elegancia. Pero su look no fue una elección estética cualquiera: fue un símbolo de rango.

Solo cinco mujeres en el mundo pueden vestir de blanco frente al Papa, y Letizia es una de ellas. El privilegio, conocido como “el Privilège du blanc”, está reservado a reinas católicas, como Charlene de Mónaco, quien también asistió a la ceremonia con un impecable estilismo blanco. A ellas se suman la reina Sofía, la gran duquesa María Teresa de Luxemburgo y las reinas Paola y Matilde de Bélgica. Un club selecto que dice más de lo que parece.

¿De dónde viene este privilegio?

Durante siglos, el negro ha sido el color del respeto, la sobriedad y la modestia, especialmente para las mujeres que visitaban la corte papal. Era una forma de mostrar deferencia ante el Sumo Pontífice. En cambio, el blanco, color de pureza y luz, quedaba reservado para figuras religiosas (como el Papa) o, en casos muy contados, para mujeres de linajes reales muy específicos que mantenían una relación especialmente estrecha con el Vaticano.

Este privilegio se fue consolidando a lo largo del tiempo para reinas católicas cuyos países han tenido una histórica defensa de la fe católica o un vínculo especial con la Iglesia, como España, Bélgica, Mónaco o Luxemburgo. Era una especie de reconocimiento a su papel como «defensoras de la fe» desde el trono.

¿Qué significa hoy?

Hoy, el Privilège du blanc es más una tradición simbólica que una norma estricta. Se ejerce solo en ceremonias de carácter religioso muy concreto, y es tan delicado que algunas reinas optan por no usarlo aunque tengan derecho, como muestra de discreción. Pero cuando lo hacen —como Letizia o Charlene— el mensaje es claro: están afirmando su papel dentro de una tradición que mezcla diplomacia, fe y monarquía.

En definitiva, vestir de blanco ante el Papa no es solo un gesto de estilo: es un guiño a siglos de historia compartida entre el trono y el altar.

Cuando el protocolo también es belleza

Más allá de los discursos políticos y religiosos, la misa fue también una imagen de tradición y elegancia. Hay algo muy especial en ese equilibrio entre reglas estrictas y gestos llenos de humanidad. Las reinas, vestidas casi como si fueran a una boda sagrada. Saludos discretos, miradas cómplices. La historia avanzando, mientras el mundo observa con atención.Ver a las reinas vestidas de blanco frente al Papa no es solo un capricho de moda, es una postal de poder, religión y linaje. Es un recordatorio de que hay tradiciones que aún se respetan al milímetro, aunque estemos en pleno 2025.

Reyes de España y políticos asistiendo a la ceremonia del Papa León XIV
© Casa de S.M. el Rey

Y así, entre mantillas, gestos solemnes y vestidos blancos cargados de historia, comenzó un nuevo capítulo en el Vaticano. Una jornada donde el protocolo se vistió de emoción y las reinas, una vez más, nos recordaron que la elegancia también habla —y mucho— sin necesidad de palabras.



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