Ana y Pedro llevan siendo amigos desde hace años y, aunque a nuestra novia le había gustado siempre, nunca se imaginó que le daría el «sí, quiero». Hoy contamos su bonita historia de amor, hechos el uno para el otro.
Ana y Pedro se conocen de toda la vida ya que viven en calles paralelas en Madrid y sus familias eran amigas. Él es cinco años mayor que Ana y, cuando ella solo tenía 14 años recuerda cómo le decía a su madre: «ay, mamá, qué guapo es Pedro. Es el chico más guapo del mundo». No fue hasta cinco años después, cuando Ana cumplió los 18, que Pedro se acercó a nuestra novia un día de junio en la piscina para darle la enhorabuena por su entrada en la facultad de medicina. Desde aquel día, esta pareja no se ha separado, ¡y ya han pasado 10 años!. «Es el amor de mi vida, sin duda, y el mejor compañero que podría tener», nos cuenta Ana muy emocionada.
La deseada boda de Ana y Pedro se celebró el 19 de junio de este mismo año y hoy recordamos este gran día, de la mano de los novios, con mucho amor.
Ana y Pedro: los novios
- El vestido de novia
Ana no lo dudó ni un segundo. Su amigo Jorge, de Redondo Brand, fue el encargado de llevar a cabo la elaboración de su vestido de novia. Ana y Jorge son amigos desde pequeños y a ambos les hacía mucha ilusión crear el vestido de sus sueños. «Su maravilloso equipo lo consiguió y volvería a elegirlos ahora y siempre; cuanto más veo sus diseños, más me gustan».
Ana lució dos vestido en el día de su boda. El primer vestido era un diseño en columna en crepe de seda, con escote cuadrado y capa de organza de seda que salía desde dos lazadas en los hombros. Para el segundo vestido, eligieron un diseño similar pero más cómodo, que le permitió bailar hasta el fin, con escote cruzado, asimétrico, con volante de tafetán y lentejuelas.
Pura sencillez y elegancia, reflejando en todo momento la personalidad de la novia y su esencia. ¡Preciosa!
- Joyas
Ana también tenía claro que quería casarse con los pendientes de su bisabuela, al igual que lo hicieron su abuela y su madre.
- Flores
De toda la decoración floral se encargó una amiga de la familia, Eva. Realizó un gran trabajo decorando la entrada de la iglesia con dos columnas de paniculata, olivo y eucalipto. También se encargó de la decoración de la finca, llenando el techo de guirnaldas de olivo, eucalipto y falsa pimienta, y eligieron el olivo también para los centros de mesa.
El ramo de flores también lo realizó Floristería Eva, con un detalle a destacar muy especial. El ramo era de flores naturales silvestres y llevaba una medalla, tanto de la virgen del pueblo de Ana, como de la patrona de su colegio, un regalo que le hicieron sus amigos de la infancia y que le hizo mucha ilusión a nuestra novia.
- Zapatos
Para el calzado, Ana confió en Salo Madrid. Llevó unas sandalias blancas con un lazo de tul de las que se enamoró desde el primer día que las vio.
Para su segundo vestido escogió unas cuñas, mucho más cómodas.
- Maquillaje y peinado
Del maquillaje y la peluquería se encargó Pablo Cerdán. Ana lo conoció gracias a una amiga que también se casó hace un tiempo. Le realizó un peinado con un semirrecogido trenzado y un maquillaje muy natural, dando protagonismo a los ojos, pero sin quitárselo al resto de los complementos.
- El novio
Pedro llevó un chaqué a medida de Old Jeffrey, que le sentaba espectacular. «Estaba guapísimo», nos dice la novia.
- Madrina y madre de la novia
La madre de Ana, Sofía, llevó un vestido de Conchita Saiz, en rosa y con acabados en plumas. Irene, la madre de Pedro y madrina, vistió de Alejandro de Miguel con zapatos a juego de la misma firma.
La ceremonia y la celebración
La ceremonia se llevó a cabo en la Iglesia Nuestra Señora de la Asunción, en el pueblo familiar de Ana, La Alberca de Zancara, en Cuenca. Y la posterior celebración fue en Villarrobledo, en el Jardín las Adelfas. «A pesar de ser de Madrid estoy muy unida a mi pueblo y por eso teníamos claro que la boda sería allí, no nos importaba tanto si algo era mejor o peor, prevalecía la parte sentimental y tomamos la decisión correcta porque todo fue genial. Siempre, al pensar en el día de mi boda, me imaginaba del brazo de mi padre por esa iglesia y poder llevarlo a cabo fue un regalo».
En un primer momento, la boda de Ana y Pedro iba a celebrarse por la tarde pero por la situación de la pandemia, nuestros novios decidieron pasarla a la mañana. Así pudieron disfrutar de todo el día y facilitaron a todos los invitados poder asistir a la boda. Ambos lo tenían claro: quería una celebración en plena naturaleza, al aire libre, con zonas cubiertas y que trasmitiese alegría. Alegría, ilusión y amor, esa era la esencia de la boda. Cerca del pueblo de Ana se encuentra el Jardín las Adelfas y «fue amor a primera vista».
Nuestros novios no necesitaron ver nada más para saber que ese era el sitio indicado. A pesar de que el lugar no necesitaba ningún tipo de decoración, ellos decoraron el techo de la carpa con flores y guirnaldas, para dar la sensación de estar en mitad de la naturaleza.
- Invitaciones y papelería de la boda
Las invitaciones fueron clásicas, con unas imágenes de olivos siguiendo la temática de la boda. Fueron creadas por Invitarte. Los meseros fueron pintados en acuarela por la propia novia y por su amiga, Cris.
¡Nos encanta el seating plan que Ana y Pedro eligieron para su boda!. En las botellas se encuentra el número de las mesas y los invitados. Un seating plan muy original decorado con ramas y hojas de olivo, muy presente en la celebración.
- Regalos para los invitados
A todos los invitados les regalaron una botella de vino, un producto típico del pueblo y muy especial para los novios. El día anterior a la boda fueron habitación por habitación, en los hoteles donde se hospedaban los invitados, y les dejaron su botella de vino y un kit anti resaca, para sobrellevar mejor el día siguiente a la boda.
- El momento más emotivo
Para Ana, sin duda, el momento más emotivo fue la llegada a la iglesia acompañada del brazo de su padre, rodeados de todos sus seres queridos y viendo al que entonces era su futuro marido. Pedro estaba llorando de la emoción, esperando en el altar.
«Ha sido un año duro para todos, pero por nuestras profesiones (yo soy medido y Pedro farmacéutico) hemos vivido un año triste y muy atípico. Pensábamos que este momento nunca iba a llegar y el hecho de poder, por fin, casarnos después de tantos años juntos y todo lo vivido hizo de ese día el más especial, emotivo y bonito que hemos vivido».
- Invitadas más elegantes
Nuestros novios no saben decir qué invitadas e invitados iban más guapos, porque todos iban espectaculares. Pero destacan a las amigas de colegio de Ana. Todas llevaban vestidos de Rendondo Brand, y «todas tenían un toque especial que solo Jorge sabe conseguir», nos confiesa la novia.
- Fotógrafos
Para su gran día confiaron en Click 10 Fotografía, los fotógrafos favoritos de Ana desde hace tiempo. «Son unos grandísimos profesionales, que realizan su trabajo con mucho cariño, quedando todo ello plasmado en las fotografías. Los volvería a elegir sin duda».
- Luna de miel
Ana y Pedro pidieron ayuda a Pangea para organizar su luna de miel. Nuestra pareja dudaba mucho en el destino debido a las restricciones, pero finalmente lo tuvieron claro: Costa Rica. «Un país increíble con naturaleza, playa, descanso y gente maravillosa, donde pasamos dos semanas alucinantes que nos sirvieron para descansar de este año de pandemia, conectar con la naturaleza y volver con más ilusión y energía que nunca».
No lo dudamos, seguro que nuestros protagonistas lo pasaron genial en su luna de miel. Ahora solo nos queda desearles un feliz matrimonio y una feliz vida. ¡Os queda lo mejor por delante!
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