Coral e Iván se casaron el 31 de enero de 2025 en una de las fincas más bonitas de Madrid: Villa Laureana. La suya fue una cálida boda de invierno tras una pedida de mano en pleno verano, cuando disfrutaban de sus vacaciones en su destino preferido.
«El verano pasado fuimos, como cada año, de vacaciones a Tarifa (Cádiz), nuestro sitio favorito. El primer día bajamos a la playa a disfrutar de uno de los atardeceres más maravillosos del mundo. Iván había preparado unas copas de vino y una botella para brindar cuando se pusiera el sol. En ese momento fue cuando sacó el anillo y me pidió que me casara con él, a lo que por supuesto respondí con un rotundo sí», recuerda Coral.
A su vuelta a Madrid la pareja inició los preparativos de la boda con la que hoy te inspiramos. La localización de un espacio a su medida fue clave para que todo saliese a pedir de boca. Te contamos todos los detalles de su gran día.

El vestido de novia y los complementos
Coral lució un vestido realizado a medida en el atelier madrileño de la diseñadora Lucía de Miguel: «Lucía y yo somos amigas desde niñas, así que solo la podía elegir a ella para hacer mi vestido de novia desde cero. Juntas diseñamos el vestido y ha sido una experiencia muy bonita poder compartirlo con ella», explica Coral. «Aunque yo no tenía muy claro al principio como quería que fuera el vestido, me encantó el resultado final, sencillo y elegante, pero sobre todo muy yo».

«Era un vestido de crepé de manga larga con la espalda al aire y detalles de bordados en hilo. Lo acompañamos de una capa espectacular realizada en de terciopelo de seda con detalles bordados de hilo iguales a los del vestido. ¡Una maravilla con la que me sentí muy cómoda!

Respecto a las joyas, «llevé unos pendientes de perlas de Pandora y una pulsera de Apodemia que me regaló una de mis amigas. Las alianzas son de Joyería Montero». Para dar un toque de color acorde con la estación a su look, Coral eligió unos zapatos de terciopelo en color burdeos de Azarey.

Por último, lució un ramo de hortensias de color burdeos y peonías rosas, también perfecto para una boda de invierno: «El ramo de flores me lo hizo la madre de uno de los niños del colegio donde trabajo. La floristería se llama Estrella Flores. También hizo los prendedores iguales para los chicos y tres réplicas del ramo para nuestras madres y la abuela».

En cuanto al maquillaje y el peinado, «Me maquillaron y peinaron mis primas. Carmen García tiene una peluquería en Daganzo de Arriba que se llama La Pelu. Ella me hizo un recogido convertible. Lo llevé como moño mientras lucía la capa para que se apreciaran todos los detalles del sofisticado trabajo de Lucía de Miguel y después lo soltamos para transformarlo en una coleta.


Andrea Mejías, por su parte, es esteticista y actualmente se está formando para ser profesora de estética. Me hizo un maquillaje muy natural, ya que no yo no me quería ver excesivamente maquillada. ¡Me encantó el resultado!»


El novio, la madrina y la madre de la novia
Iván lució un chaqué en color azul noche con chaleco cruzado claro y corbata de cachemir azul marino de Protocolo. También la camisa, los tirantes y los zapatos eran de esta tienda especializada en novios y trajes de caballero.

Su madre optó por un diseño en negro y crema con detalles florales en la falda de una tienda especializada en fiesta de Aranjuez. A su vez, la madre de la novia eligió un diseño de Silvia Navarro. Un vestido elegante pero atrevido en color azul marino y con plumas de color verde en la parte inferior.

Ceremonia y celebración
«La ceremonia civil fue en el salón de Plenos del Ayuntamiento de Alcobendas, aunque en Villa Laureana cuentan con rincones espectaculares donde habríamos podido celebrar una ceremonia al aire libre preciosa».

Desde allí todos se trasladaron a la finca. Villa Laureana es un exclusivo espacio a un paso del centro de Madrid donde los novios encontraron los ingredientes perfectos para celebrar su gran día. Disfrutaron del cóctel en los fabulosos jardines, mientras que el banquete y la fiesta tuvieron lugar en el amplísimo y versátil salón Aranjuez.


«El espacio Aranjuez nos gustó mucho desde la primera vez que lo que lo vimos. En un primer momento sentimos un flechazo por el nombre: tanto mi marido como toda su familia son de Aranjuez y nos encantó esta alusión a la ciudad madrileña. ¡Parecía cosa del destino! -recuerda la novia-. Era una manera de acercarnos un poquito allí. Y luego, por los espacios que tenía».

Aranjuez es el más clásico de los espacios de Villa Laureana. Un viaje a los grandes comedores decorados con tapices de época, inspirado en la naturaleza e impregnado de diferentes tonalidades de verde.

Lo conforman un salón de gran amplitud en el que reina la luz natural y una zona abierta con jardín perfecta para el cóctel.

Un escenario íntimo y a la vez amplio, muy versátil y cómodo que los novios adaptaron a sus necesidades.

«Podríamos aprovechar el espacio exterior aunque hiciera malo, que era más que probable al ser la boda en enero, ya que tiene una zona cubierta. Sin embargo, nos hizo un día espectacular, así que pudimos disfrutar del cóctel fuera. El banquete lo servimos en el salón, que tiene una decoración preciosa inspirada en los jardines de Aranjuez y muchísima luz».


«Fue un acierto hacer nuestra boda allí. ¡Todo salió de maravilla! En el cóctel estuvo todo buenísimo».

En cuanto al menú, «elegimos crema de carabineros con frutos del mar y croutons de pan tostado; sorbete de ron de caña tostado, maracuyá, mango y yuzu; y jugosa ternera Angus cocinada al vacío a baja temperatura y glaseada en su jugo con patatitas y piquillo o bacalao confitado en AOVE, tomate murciano y brotes frescos. El postre fue una versión de la tarta árabe con crema aromática y crujiente de canela. Acompañamos la comida con vino blanco Verdejo Emina y tinto Rioja Viña Salceda y cava Delapierre».

«Entramos a la comida de una forma especial. No queríamos hacer lo típico de entrar con música y que nos recibieran con las servilletas en alto y se nos ocurrió que seríamos nosotros los que recibiríamos y daríamos la bienvenida a nuestros invitados. Nos colocamos cada uno a un lado de la entrada del salón con un pañuelo en la mano y pusimos la canción ‘Limbo’, de Daddy Yankee. Todos los invitados entraron a la comida bailando. ¡Fue divertidísimo!», asegura Coral.

«Durante la comida organizamos un bingo musical. Cada mesa tenía un bingo con distintos títulos de canciones y cada vez que sonaba una canción que apareciera en su cartón se tenían que levantar a bailar.

El título de la última canción del bingo la tenían todos los cartones y era la primera canción de la Charanga los Pichines, para que todos los invitados se levantaran a bailar en el momento en el que ésta apareciera. ¡Fue muy divertido! ¡Consiguieron sacarnos sonrisas a todos y así comenzó la fiesta justo después del banquete.


Durante la fiesta disfrutamos de un candy bar delicioso.

Las invitaciones y el regalo de las invitadas
«La mayoría de los detalles de la boda los hice yo con la ayuda de mi madre y de mi hermana: el seating plan, los carteles de las mesas, las invitaciones, las minutas en forma de molinillos de viento… », explica Coral.


Las invitaciones, en forma de comecocos dentro de una cajita, eran muy originales.
«Hubo varios regalos. Para todos unos mini cactus que plantamos en corchos y a los que colocamos imanes para ponerlos en la nevera. Tenían el nombre de cada persona, para que cada uno supiera dónde se tenían que sentar.

También regalamos unos marcos con retratos de los invitados que pintó con acuarelas @laura.marh durante toda la boda.
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A las invitadas les regalamos jabones naturales que hicieron los niños y niñas del colegio en el que yo trabajo, el Colegio de Educación Especial Ademo, de la Fundación Raíles. Y a los invitados unas bolsitas que tenían un sacacorchos y un corcho para las botellas de vino. A los asistentes más pequeños les regalamos su inicial pintada con pintura de pizarra y unas tizas. ¡También las hicimos nosotras!»

El momento más emotivo
«Hubo momentos muy especiales, como cuando leyeron nuestros amigos y hermanos en la ceremonia o cuando les dimos los regalos a nuestros padres y abuelas. También fue muy emotiva nuestra entrada al salón del banquete mientras sonaba el Concierto de Aranjuez».

Luna de miel
«Nuestro viaje de novios fue un crucero por Bahamas seguido de unos días en Miami. Por último pasamos una semana en Nueva York».
¡Os deseamos mucha felicidad, pareja!
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