Por antonomasia, las novias se visten de riguroso blanco. Las más atrevidas, a veces, apuestan por otros colores para su vestido nupcial, pero lo más normal es que el blanco impere en este ámbito. ¿Sabes por qué?
Desde que tenemos uso de conciencia, hemos asociado los vestidos blancos a los de las novias. Pero quizás nunca nos hayamos preguntado por qué el vestido de novia debe ser blanco y no verde, por ejemplo.
¿Quién inventó el vestido blanco de novia?
Aunque nos pueda parecer insólito, hubo un tiempo en el que el blanco no era el color de las novias. De hecho, ningún tono estaba establecido para ello, así como tampoco había diseños específicos para el gran día. En su lugar, las novias lucían sus mejores galas para acudir al enlace con su futuro marido.
Esto fue así hasta que, en el año 1840, la reina Victoria se enfundó en el primer vestido de novia blanco. El 10 de febrero de ese año, la soberana se casó con el Príncipe Alberto y eligió un diseño confeccionado en seda satinada de color crema. En cuanto esta noticia se extendió por los distintos continentes, los máximos dirigentes comenzaron a aplicar esta nueva moda en sus bodas.
Al contrario que ahora, los trajes nupciales se usaban en más de una ocasión. Cuando las mujeres que habían pasado por el altar tenían un evento elegante, acudían con el atuendo con el que dieron el ‘Sí, quiero’. A raíz de ahí, el blanco se popularizó como el color de las bodas y la historia del vestido de novia cambió para siempre.
¿Qué simboliza el color del vestido de la novia en una boda?
Cuando el blanco se extendió y se convirtió en el color oficial de las novias, su simbolismo cambió y comenzó a ser sinónimo de pureza, inocencia y riqueza. Además, con las primeras fotografías en blanco y negro esta tonalidad quedaba muy bien, lo que impulsó aún más el uso de este tono. Después de la Segunda Guerra Mundial el coste de producción textil se redujo notablemente, el traje se impuso para usarlo solo durante el enlace y esto fomentó la consolidación absoluta del blanco en el mundo nupcial.
Como sigue ocurriendo actualmente, las celebrities más conocidas y las mujeres de la realeza de la época ayudaron a fortalecer el concepto. El vestido de Grace Kelly, hecho de encaje, perlas y tul dio la vuelta al mundo entero en 1956 y se convirtió en un verdadero icono. Posteriormente, más de 750 millones de personas esperaron expectantes la boda de Lady Di con el Príncipe Carlos y su traje nupcial, confeccionado en tafetán de seda color marfil, con una cola de casi ocho metros de largo y diseñado por David y Elizabeth Emanuel, pasó a la historia de la moda y del panorama nupcial. Actualmente, personalidades de la realeza y famosas siguen inspirando en el terrero nupcial e incluso, celebridades como Tamara Falcó se han casado con diseños con influencia real.
La Alta Costura también ha contribuido a ello. Aunque ahora los diseñadores crean vestidos particulares para cada clienta, como es el caso de Wes Gordon, director creativo de Carolina Herrera y artífice del famoso vestido de la Marquesa de Griñón, sobre los años 40 o 50, los desfiles solían cerrarse con un traje blanco de novia. Para principios de los años 60, ya era tradición.
Con el paso de los años, las grandes firmas, como Yves Saint Laurent, han presentado todo tipo de líneas de boda y muchas de sus creaciones se han convertido en emblemáticas. Otras no tanto, como este diseño, incluido en nuestro ranking de los peores vestidos de novia de todos los tiempos.
El segundo vestido, ¿también blanco?
En la actualidad, casarse de blanco está completamente normalizado y es extraño que esto no se haga así. No obstante, el blanco, en los vestidos de novia se puede presentar en varias tonalidades. De hecho, la propia reina Victoria no utilizó un blanco natural, sino que usó un tono marfil en su traje. También se puede variar a tonos más rotos, nude, champagne e incluso con detalles brillantes o algún estampado singular.
Asimismo, hoy en día existe una tendencia cada vez más en auge. Se trata de usar dos vestidos, uno para la ceremonia religiosa o civil, en la que los novios se dan el ‘Sí quiero’, y otro para el banquete y la fiesta. Es cierto que esta tendencia convive con la que consiste en ‘desmontar’ los diseños. El objetivo, en ambos casos, es hacer un cambio total de look. El primer estilismo nupcial suele ser más clásico, elegante y tradicional.
En cuanto al segundo, suele consistir en un mini vestido o un diseño más cómodo y también repleto de tendencias, que permita más movimiento durante el baile. Aún así, la tradición del blanco ha llegado a tal nivel, que se sigue eligiendo este color para ambos, aunque se le añaden detalles como apliques o algún estampado.
¿Otro color para tu vestido?
Es cierto que la mayoría de las novias apuestan por el blanco sin pensárselo, pero hay algunas otras que deciden salirse por completo de lo establecido. Las famosas y las firmas de lujo, por supuesto también influyen en ello. Reese Witherspoon se casó con un traje rosa pastel en 2011 y seguro que muchas de las novias que están a punto de casarse piensan en un tono diferente, aunque solo sea para su segundo traje o para añadirle algún que otro detalle al diseño principal.
No sabemos si el blanco seguirá siendo el color líder para las novias o ha llegado el momento de introducir otros tonos en el mundo nupcial. No obstante, el día de nuestra boda es uno de los días más especiales de nuestra vida y es importante elegir un traje y un color que sea lo más acorde posible a nuestro estilo. Lo esencial en ese momento es sentirse lo más guapa y cómoda posible.
Y tú, ¿te atreves con un color diferente al blanco?
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