Hay bodas que se celebran, y otras que se sienten. Bodas que no necesitan grandes artificios para emocionar, porque todo en ellas está hecho con el corazón. Así fue la de Martina y José Manuel: un día que fue mucho más que un “sí quiero”, un homenaje a lo que de verdad importa. A sus raíces. A su historia. A su hijo. A ese amor que, como los buenos caminos, se toma su tiempo y se llena de sentido.
El amor, a veces, se encuentra en los lugares más inesperados, cuando menos lo buscas… y justo por eso se quedan para siempre. Así empezó la de Martina y José Manuel, una historia tejida con calma, entre paseos a caballo, charlas infinitas y esa certeza que, cuando llega, no se puede explicar con palabras. “Desde el momento en que nos conocimos no pudimos dejar de mirarnos”, recuerda ella al hablar del día en que se conocieron, en agosto de 2019, durante unas vacaciones en El Rocío.

Martina había ido con una amiga, y la casualidad quiso que terminaran en una clase de equitación con José Manuel, jinete profesional. Fue entonces cuando algo se encendió entre ellos. “Empezamos a quedar constantemente, teníamos conversaciones interminables… y ahí supe que sería él, el hombre de mi vida”. Después del verano, la distancia entre Málaga y Huelva no impidió que siguieran alimentando esa conexión. Y no tardaron en dar el paso: José Manuel fue a visitarla a Málaga, y desde ahí, comenzó su historia.

En 2021, la vida les tenía guardado un nuevo capítulo: la distancia se acabaría y llegaría la mudanza a Huelva, la ciudad natal de él, donde tenía ya su negocio. Poco después, llegó Manuel, su hijo, “lo más bonito de nuestras vidas y el motivo más grande de nuestro amor”.
La fecha elegida para esta boda tan especial fue el 8 de junio de 2024, un día perfecto para una celebración cargada de emoción, alegría y una mezcla de tradiciones que hicieron de la jornada algo verdaderamente único. ¡Te contamos todos los detalles de este enlace lleno de amor, familia y un sinfín de momentos inolvidables!
El vestido: un flechazo con nombre propio
Desde que José Manuel le pidió matrimonio, Martina empezó a buscar sin parar ese vestido que la hiciera sentir ella misma, que conectara con su estilo. Pero no terminaba de encontrarlo… hasta que apareció Carmen Maza. “Sus trajes me encantaban. El estilo, lo únicos que eran cada uno… me asombró. No dudé ni un momento y me puse en contacto con ellas”.

Ella tenía claras tres cosas desde el primer minuto: quería ir velada, llevar manga larga para la ceremonia y que se le vieran los pies. Carmen entendió enseguida lo que buscaba. “Desde nuestra primera cita diseñamos todo el vestido”, cuenta. Una de las decisiones clave fue transformar el look para el momento del baile: quitaron las mangas y apareció un cuerpo de gasa de seda con escote halter, acompañado de dos tiras de gasa cayendo en la espalda, tan delicadas como impresionantes.
En una de sus últimas pruebas, cambiaron un pequeño gran detalle: la espalda de la blusa que cubriría el vestido en la iglesia. “Decidimos que, en vez de ser totalmente abotonada, solo irían abrochados dos botones al cuello y otros cuantos a la altura de la cintura, ciñéndola”. El vestido, cortado a la altura de los tobillos, pedía a gritos un velo largo y voluminoso. Y así fue: una auténtica nube de tul que añadía esa presencia que pedía el momento sin restar ni un ápice de frescura.
Joyas con historia, flores con un trocito de cielo
No hay nada más especial que llevar algo hecho con amor. Y en el caso de Martina, los pendientes fueron un regalo de su suegra, diseñados en Joyería Triana, el negocio familiar. “Acertó de pleno con el pendiente largo acabado con perla. Me encantó al vérmelo puesto, le daba muchísima luz a mi rostro”.

Las flores, por su parte, fueron obra de Francisco García, de Trigueros, un municipio de Huelva, ciudad que vió nacer el amor de nuestros protagonistas. Desde la primera reunión, se entendieron con una complicidad absoluta. Martina tenía claro que quería una estética veraniega, con color, y sobre todo, que respirara autenticidad. “Me comprendió desde el primer momento. Quería juegos entre buganvilla, rosas, y rojos solo con claveles. Y tuvo la magnífica idea de hacerlo todo con claveles. No pudo estar más acertado en el jardín de la finca”.

El ramo que llevó Martina no solo hablaba de verano, también hablaba de amor eterno. En él colgaban dos medallas que llevaban mucho más que palabras: una con la frase “un trocito de cielo nos acompaña hoy”, y otra con una foto suya con su padre, grabada con mimo. Él falleció hace cuatro años, pero ese día también caminó con ella, en cada paso, en cada emoción.
Los zapatos, ese flechazo inesperado
Martina creía que llevaría unos zapatos blancos, sencillos, con lazada al tobillo. Pero como todo en esta historia, el destino le tenía preparado un giro. “Un día, después de una prueba del vestido, fui al centro de Sevilla. Entré en BIMANI y los vi. Desde ese momento supe que serían esos mis tacones del día de mi boda”. Eran burdeos, con una forma que le robó el corazón. “No me pude resistir”.

Maquillaje y peinado: la belleza de lo sencillo
Martina siempre ha sido natural, y su boda no iba a ser diferente. Confió en Paula Barbosa, amiga íntima y maquilladora de confianza. “Sabía que me iba a entender perfectamente. Sus trabajos me encantan porque son muy mi estilo: sencillos, pero sacando partido a las facciones más importantes”. Así fue: sin artificios, con alma.

El novio: elegancia sin esfuerzo
José Manuel confió en Dappers World para su look. Llevó un chaqué azul marino, con chaleco a juego y una corbata malva que ponía el punto de color. Los profesionales de Dappers le recomendaron optar por la sobriedad de un solo tono, y no pudieron estar más acertados. “Iba guapísimo y muy elegante”, dice Martina, con una sonrisa.

Las mujeres importantes: madre y madrina
La madrina, tras buscar mucho sin sentirse del todo ella, no encontraba un traje con el que se sintiera cómoda… hasta que decidió ¡cosérselo ella misma!, “Estaba espectacular. Para mi gusto, una madrina muy actual y acertada”. Llevó una mantilla prestada por una familiar, aportando ese guiño tradicional tan emotivo.

La madre de la novia, tras muchas vueltas, encontró su conjunto perfecto en Vicky Martín Berrocal: top y falda rojos con una silueta elegante y favorecedora. Para la fiesta, cambió el top por uno de Massimo Dutti con cuello halter y espalda ligeramente descubierta. “Le dio un toque más desenfadado al look y no pudo acertar más”.
La ceremonia: la Virgen como testigo
La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en Almonte, no era solo una iglesia para Martina. Era un lugar sagrado. “Soy muy devota de la Virgen del Rocío y quería casarme junto a ella”. Allí bautizaron a su hijo, y allí se dieron el “sí, quiero” más importante de sus vidas.

La finca: un rincón verde de ensueño
La elección del lugar fue casi instantánea. “Aquí no existe un lugar como la finca El Ranchito. En cuanto la vimos, dijimos que sería allí”. Jardines verdes, una cuadra preciosa, una piscina que parecía sacada de una postal… fue el escenario perfecto.

El catering corrió a cargo de Las Palomas, y lo que vivieron los invitados fue una auténtica experiencia gastronómica. “Todo estaba espectacular: comida, bebidas, atención… Acertamos de lleno”.

Invitaciones, detalles y emoción
Las invitaciones fueron obra de la propia novia, que tenía clarísimo lo que quería: “Algo sencillo y elegante. En el sobre iría un lazo de gasa cerrado por un sello de lacre”. Un detalle artesanal que hablaba de ella en cada trazo.
El momento más emotivo llegó con la entrada en la iglesia. Martina caminó del brazo de su hermano, su padrino. “Estaba muy nerviosa… pero conforme fui entrando y me encontré con la mirada de mi marido, todo mi mundo se paró. Ahí estaba él, esperándome en el altar. Sé que nuestro padre no paró de mirarnos, y no pude ser más feliz de vernos juntos”.

Durante la cena, hubo otro momento que tocó el alma. Martina, junto a Misyta, preparó un cuadro personalizado para su hermano con fotos, una de ellas con su padre fallecido. “Ver la cara de mi hermano en ese momento me llenó el alma”.
Ver esta publicación en Instagram
Invitadas con estilo propio
Martina tiene claro que todas sus invitadas fueron guapísimas y acertaron, pero si tiene que destacar a alguien, lo tiene claro: “Mi amiga Paula Barbosa, con un diseño suyo realizado por una costurera malagueña. Estaba espectacular”.

Las fotos: instantes eternos
Desde el primer minuto, la novia sabía que quería a Javi Mateo. “Tenía claro que quería un buen fotógrafo que supiera captar cada momento. Me ha dejado con la boca abierta al darme el resultado de su trabajo”.

Y después… Zanzíbar
Tras la boda, Martina y José Manuel decidieron comenzar su vida juntos con una luna de miel en el paraíso: Zanzíbar. Este destino, conocido por sus playas de arena blanca y aguas cristalinas, fue el lugar perfecto para relajarse después de uno de los días más importantes de sus vidas.“Nos encantaron sus playas y atardeceres. Lo hemos pasado muy bien, y sobre todo, hemos descansado después de uno de los días más bonitos de nuestras vidas”.
Fue el escenario idóneo para celebrar su amor en su máxima expresión, dejando atrás el bullicio y sumergiéndose en la serenidad de este rincón tropical.

Martina y José Manuel han demostrado que el amor verdadero no solo se encuentra en los grandes momentos, sino en los pequeños detalles que hacen única a cada historia. Su boda, tan llena de significado, emoción y estilo, es un reflejo de la fuerza de su amor y la vida que han ido construyendo juntos, con un futuro prometedor lleno de sueños y felicidad.
Desde el fondo del corazón, os deseamos una vida llena de risas, aventuras y momentos inolvidables. ¡Que cada día de este camino juntos sea tan especial como el día de vuestra boda!
from Lucia Se Casa https://ift.tt/qY7UA64
Fuente Lucia Se Casa https://ift.tt/qY7UA64
No hay comentarios:
Publicar un comentario