Lourdes y Jose Antonio celebraron su boda el pasado 23 de septiembre, tres años después de conocerse. La suya es una historia romántica, tras un flechazo de película y una conquista de las de antaño. Te contamos todos los detalles.
Para José Antonio, conocer a Lourdes fue amor a primera vista, y así lo describe: “Aunque Lourdes y yo estudiamos Farmacia en la misma facultad, nunca coincidimos en la misma clase y apenas nos conocíamos de vista. Nunca llegamos a hablar durante nuestra etapa universitaria. Fue hace tres años, en la boda de unos amigos, cuando una amiga en común nos presentó. Aquel día de finales de septiembre intercambiamos un par de palabras, pero al día siguiente la busqué en Facebook, le envié una solicitud de amistad y la invité a tomar un café”.
Aquella tarde sería la primera de otras muchas citas, “hasta que el 12 de octubre nos dimos nuestro primer beso”, explica José Antonio, que este año celebra el tercer aniversario de aquella primera muestra de amor.
Historia de una conquista
“Al principio ella era muy tímida y no quería que se supiese mucho de nuestra relación, quería ir despacio y ver qué tal”. Sin embargo, un viaje de Lourdes a Argentina precipitó las cosas. “A finales de octubre ella se iba a de viaje quince días con sus amigas. Yo estaba muy enamorado y no quería perder el tiempo, quería demostrarle lo que sentía y saber si era correspondido. Así que durante los días que estuvo fuera rompí su secretismo de una manera muy particular: empecé a enviarle dos ramos de flores cada día, uno a su oficina y otro a casa. En la oficina también trabajan su madre y su hermana, y la casa está al lado de la de la madre y el portero recogía los ramos”.
La familia de Lourdes empezó a asustarse, pensando que se trataba de un loco obsesionado con la joven, pues nadie sabía de su existencia. Y cuando Lourdes se enteró de lo que estaba sucediendo, se planteó incluso dejar a Jose Antonio a su vuelta. Los primeros días después de su regreso de Argentina siguió recibiendo ramos, y no le quedó más remedio que confesar a su madre que estaba conociendo a un muchacho y presentárselo. “Esa fue la forma de romper el hielo. ¡La que se lió el día que aparecí por allí. La madre estaba deseando saber quién era el colgado de las flores. ¡Hasta el portero, que era quien recogía los ramos, hacía chistes cuando bajaban Lourdes o su madre por el ascensor: ‘¡Aquí tienes otro!’ Así estuvieron casi tres semanas”.
Pero ese no fue el único episodio romántico en la historia de Lourdes y José Antonio. “Durante nuestros primeros días le regalé un anillo de Aristocrazy muy normalito que se llevó consigo a Argentina. Yo fui a despedirla a Madrid y ella estaba muy contenta. Al principio de su viaje me enviaba fotos muy sonriente con su anillo. Hasta que se enteró de lo de los ramos”.
A su regreso a España Lourdes siguió llevando su anillo y un día, como un año después, Jose Antonio le compró un anillo bueno en una joyería de Madrid. “Estábamos en Sevilla y le pregunté, ‘¿cómo era aquel anillo que te regalé?’ Y ella tan contenta, sin hacer caso a lo que le decía. Entonces se lo quité del dedo, como para verlo, y al rato, sin que ella se diese cuenta, le puse el otro. Ella no fue consciente del cambio hasta que, un rato después, mientras estábamos cenando, se miró la mano. ¡Por poco le da algo! Entonces le pregunté, ‘¿tú te quieres casar conmigo?’. Y me dijo que sí”.
Sin embargo, la pedida de mano oficial fue en la Plaza de España de Sevilla. “No podía ser en otro sitio. Yo trabajo en Toledo, así que la llevé al banquito de Toledo, donde estuvimos un rato sentados. Pero hacía calor y la llevé al Parque de María Luisa, a la sombrita de un árbol, y allí fue donde pegué el rodillazo y le puse otro anillo para afianzar la pedida de mano oficialmente”.
El vestido de novia y los complementos
Lourdes lució un vestido confeccionado a medida por el modisto sevillano Manolo Giraldo. Un diseño ceñido al cuerpo, de manga larga, sencillo y muy elegante con cola desmontable. Lo acompañó de un velo prendido de una tiara de Romu Joyeros.
Eligió dos pares de zapatos. Los primeros, de color blanco nácar, eran de Pedro Miralles, mientras que en la fiesta prefirió llevar un modelo de Lodi inspirado en Yves Saint Laurent.
Respecto a las joyas, lució sus pendientes de pedida, regalo de los padres de José, y el anillo con el que José le pidió matrimonio en la Plaza de España, ambos de Romu Joyeros.
El ramo, todo realizado de flores blancas, lo realizó Juanma, de Orangerie Plants.
Tanto del maquillaje, muy natural, como del recogido en moño bajo, se ocupó Quino Amador.
Por su parte, José Antonio lució un chaqué de color gris con chaleco cruzado en color crema y camisa azul cielo de Derby 1951.
Entre las invitadas más elegantes, los novios destacan a sus hermanas, Matilde (hermana del novio) y Beatriz (hermana de la novia), y a las hermanas Sofía, Lourdes y Mamen Muñoz Gallardo.
Ceremonia y celebración
Lourdes y José Antonio contrajeron matrimonio en la emblemática Iglesia de la Magdalena de Sevilla. La ceremonia, con rito de velación nupcial incluido, fue oficiada por Don Ignacio Sánchez-Dalp. Jesús Fuertes, de La Galería, se ocupó de la decoración floral.
La novia llegó al templo en un Jaguar clásico de la familia y recorrió el pasillo acompañada de su hermano Adolfo.
La celebración fue en la Hacienda La Soledad, en Alcalá de Guadaira, con banquete de Delfín Delicatessen. Allí contaron con la ayuda inestimable de su wedding planner, Veira Eventos, que se encargó de la coordinación y la organización del gran día. De la decoración floral se ocupó Roció Caballero.
Los invitados recibieron un detalle de la Óptica Rivera del Alberche.
El momento más emotivo
“Para mí, el momento más emotivo fue cuando llegó la novia a la Magdalena, parecía que había entrado un ángel”, recuerda con emoción José Antonio. “Lourdes iba despampanante, espectacular. Me quedé impresionado de lo guapísima que iba y lo bonito que era el vestido”.
“Durante el paseíllo, desde que entró por la puerta del final de la iglesia hasta que llegó al altar agarrada de su hermano Adolfo, la cantidad de cosas que se me pasaron por la cabeza, la cantidad de sensaciones y sentimientos, es indescriptible. Ver a mi madre, la madrina, a mi lado; a mi padre, que también estaba en el altar junto a Concha, la madre de Lourdes; a Don Ignacio…”
En ese momento pensé: ‘Ahora sí me voy a casar, ahora sí tengo aquí a mi novia y ya no hay vuelta atrás’. Ver la iglesia llena de gente… Fueron unos instantes increíbles. Hay que vivirlo para entenderlo. Me emocioné e incluso sentí alivio al ver que estaba todo preparado y que estábamos todos allí para, de verdad, casarnos”.
Tras este maravilloso día repleto de emociones, los novios emprendieron su luna de miel por Tanzania y Zanzíbar, una extraordinaria experiencia organizada por Viajes El Corte Inglés.
¡Os deseamos toda la felicidad del mundo, pareja!
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