Casarse rodeada de paisajes fríos, luces cálidas y una atmósfera íntima puede ser un sueño hecho realidad. Y sí, puedes estar abrigada sin renunciar al encanto de tu vestido de novia
Cada vez más parejas eligen los meses fríos para darse el “sí, quiero”. Las bodas de invierno tienen un aire romántico y cinematográfico difícil de igualar: la luz tenue, los colores suaves o la posibilidad de jugar con decoración navideña y acogedora, son tendencias que hacen que cada vez más novios se planteen una boda de invierno. Sin embargo, todavía hay muchas novias que dudan a la hora de apostar por esta estación. El principal motivo suele ser el mismo: el frío y la falta de ideas sobre cómo abrigarse sin arruinar el look nupcial.
El vestido de novia es, para muchas, la prenda más especial de su vida y la idea de cubrirlo bajo un abrigo pesado o una chaqueta poco elegante puede generar rechazo. A eso se suma la preocupación por el confort, ya que los tejidos, los escotes pronunciados que suelen llevar las novias y las mangas finas de los diseños más habituales parecen pensados para climas templados, no para enfrentarse al frío de un mes de enero.
Pero la moda nupcial evoluciona y lo vemos cada año. Con ella también lo hacen las soluciones. Las firmas de novia han comprendido que el invierno merece su propio protagonismo, y las colecciones 2025-26 lo demuestran con diseños que apuestan por la combinación de piezas exteriores pensadas específicamente para complementar el vestido sin restarle protagonismo. Prendas que abrigan, estilizan y se integran en el conjunto convirtiéndose en parte esencial del look.
Solo hace falta encontrar la prenda de abrigo adecuada, que te permita mover con libertad, mantener el estilo, no pasar frío y, por supuesto, sentirte guapísima.
Abrigos y capas para las novias más invernales
Cuando llega el momento de elegir cómo protegerse del frío sin ocultar el vestido, las opciones más elegantes son, sin duda, el abrigo o la capa. Ambas prendas cumplen la misma función pero lo hacen con toques distintos. Mientras que el abrigo aporta estructura, la capa ofrece ligereza y movimiento. Dos alternativas igual de válidas, pero son personalidades diferentes.
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El abrigo de novia, un clásico
El abrigo de novia es una prenda que ha regresado con fuerza a las pasarelas nupciales. Inspirado en la moda de alta costura, su silueta suele ser más estructurada y definida, aportando una sensación de sofisticación. Los cortes tipo batín, los modelos de línea A o los diseños rectos de inspiración minimalista se imponen en las nuevas colecciones. Muchas veces confeccionados en tejidos como el crepé, la lana o incluso el tweed, para las novias más modernas.

Una de las grandes ventajas es su versatilidad. Puede llevarse abierto, dejando entrever el vestido o cerrado para los momentos en exterior. Además, muchas firmas apuestan por versiones con cinturón, botones forrados o broches que casi pasan desapercibidos. En cuanto al tono, el blanco sigue reinando, pero aparecen matices como el champán, el marfil o los tonos empolvados.

La principal preocupación que suelen tener las novias a la hora de elegirlo es la largura. Encontrar un abrigo que encaje a la perfección con el diseño no siempre es tarea fácil. Si es demasiado corto, puede romper la armonía del conjunto, especialmente en vestidos con falda amplia o corte princesa, ya que corta la silueta. En cambio, si es largo puede pisarse, molestar con la cola del vestido, o no quedar demasiado bien con el conjunto. Lo mejor es hacer un abrigo a medida y que combine a la perfección con la forma y el largo del vestido, a no ser que elijas para tu boda un vestido corto o midi, que será más fácil de combinar.
La capa de novia: ligereza y movimiento
Las capas triunfan por su versatilidad estética. Pueden ser cortas, medias, largas, hasta el suelo, tener mangas o no, de encaje, gasa, e incluso terciopelo. Las versiones más ligeras, elaboradas en organza o tul bordado, son ideales para ceremonias en interiores, mientras que las más densas, en terciopelo o lana suave, ofrecen abrigo sin perder delicadeza.

En las colecciones más actuales, muchas capas incorporan bordados florales, detalles de pedrería o apliques de encaje, elementos que las convierten en obras de arte.
Las capas son capaces de transformar un look. Una novia puede lucir la capa durante la ceremonia o las fotografías exteriores y retirarla después para dejar ver completamente el vestido. Así se obtienen dos estilos diferentes en un mismo día, sin necesidad de cambiar de outfit. En el terreno visual, la capa crea un efecto etéreo que resalta especialmente en las bodas de invierno.
Hay capas de novia en todos los materiales, diseños, cortes, largos y texturas imaginables, al igual que hay para todas las épocas del año. Elegir una capa de novia para el gran día es un acierto. Además, son muy útiles para bodas religiosas donde después se quiere lucir un vestido con un escote pronunciado o de palabra de honor. En invierno, las capas de novia de terciopelo son la mejor opción y para ello, nadie mejor que Valérie Moreau.

Cada modelo se realiza de manera exclusiva bajo pedido y se puede hacer totalmente de forma personalizada. Con o sin lazo o capucha, de color o respetando el clásico blanco, también puede modificarse el escote o el largo y se le puede añadir adornos en los hombros o ponerle diferentes diseños de botones. Una capa que te represente al 100%.
Aunque estos dos complementos son distintos en diseño y carácter, tanto el abrigo como la capa comparten un mismo objetivo: mantener intacto el protagonismo del vestido. Como vemos, ambas piezas pueden personalizarse y lo mejor es que, lejos de ser un simple complemento más, cada vez más diseñadores las integran en sus colecciones como parte esencial dentro del conjunto.
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