Hay fechas que parecen elegirnos a nosotros, días que llegan con una energía especial, capaces de envolverlo todo en una luz distinta.
El 21 de junio de 2025, solsticio de verano, no fue solo una jornada luminosa: fue el día en que Ariadna Gasull y Heribert Pujadas de Diego celebraron un amor que nació sin prisa, creció con calma y se hizo fuerte desde la amistad más sincera.
Antes de ser pareja fueron compañeros de risas, cómplices de planes improvisados y testigos del cariño que iba surgiendo sin que nadie lo forzara. Una relación que no tuvo un “clic” concreto, sino un “siempre” suave y progresivo. Por eso, cuando se prometieron, ambos sabían que estaban dando un paso natural, casi inevitable.
El vestido y los complementos: encontrar aquello que te reconoce
Ariadna soñaba con un vestido que la dejara ser ella. No uno que la transformara, sino uno que la abrazara. Después de probar muchísimos, encontró su diseño perfecto con Lili Pellegrino: un tejido con caída elegante, una silueta que acompañaba sus movimientos y una capa que se convirtió casi en un símbolo del día. Sutil, etérea, llena de intención. Esa capa hablaba de libertad, de carácter y de una novia que quería fluir, no posar.
Su tocado artesanal de Joliseer, creado completamente a mano, encajaba con esa intención: belleza delicada, sin estridencias y con mucha personalidad.
Las joyas
Las alianzas, de Maiter Alianzas, representaban la esencia de la pareja: clásicos, iguales, atemporales. La de Ariadna llevaba un pequeño brillante.
Las flores
Todas las flores fueron obra de Flors Bahí, su floristería de toda la vida. No podía ser otra. Conocen sus gustos, su historia y su sensibilidad. Para Ariadna prepararon un ramo precioso de peonías blancas, puro, sutil y en armonía absoluta con la estética de la boda.
Los zapatos
Las cuñas Paola de Toni Pons fueron una elección tan estética como práctica. Ariadna iba a entrar a caballo, y necesitaba seguridad, comodidad y un estilo acorde al ambiente rústico-elegante de la ceremonia. Acertó de lleno: fueron espectaculares, coherentes y tan cómodas que no necesitó cambiarlas en todo el día.
Maquillaje y peinado
Su belleza quedó en manos de dos personas esenciales en su vida. Maquillaje: Sònia Latorre y peinado, Lidia Rispau, amigas de siempre, de esas que conocen tus gestos, tus gustos y tu esencia. Lidia, peluquera reconocida en la zona, comprendió al instante lo que Ariadna quería: naturalidad, suavidad y un peinado que acompañara la capa y el movimiento del vestido sin robar protagonismo.
El novio
Heribert, o “Hercules” en el campo de polo, lució un traje de Ramón Sanjurjo que encontró casi por destino. Fue el primero que se probó en Traccio Store y no hizo falta buscar más. Conectó inmediatamente con Lluís, el dueño de la tienda, que entendió perfectamente el concepto elegante, sobrio y deportivo que el novio deseaba.
La madre de la novia
La madre de Ariadna lució un vestido azul oscuro de Rosa Clará, sofisticado y en perfecta armonía con el estilo general de la celebración.
La ceremonia: un ‘sí, quiero’ a caballo, en la cancha que forma parte de su historia
La ceremonia tuvo lugar en la Cancha I del Club de Polo Ampurdán, un espacio que no es solo un lugar: es el escenario donde Heribert juega, entrena, disfruta y comparte una parte importante de quién es. Casarse allí no fue una elección estética, sino emocional.
La cancha —amplia, verde, rodeada del silencio característico del campo— se transformó para la ocasión en un altar natural. Mientras el piano en directo comenzaba a sonar, los invitados guardaron un silencio casi reverencial.
Y entonces llegó uno de los momentos que más nos han enamorado de esta historia.
La entrada a caballo
Heri avanzó montado en Tomillo; Ariadna, en Jabalina, la yegua que mejor representa su esencia. El viento movía la capa, las peonías, las crines de los caballos. La escena parecía sacada de una película, pero tenía algo más importante: verdad. Una verdad llena de emoción, de raíces, de lo que realmente significa celebrar el amor en un lugar que forma parte de tu vida.
El camino hacia el altar, sobre la tierra de la cancha, fue un instante suspendido en el tiempo. “Todavía nos emocionamos al recordarlo”, nos confesó la novia.
La celebración: elegancia, gastronomía y la luz del Ampurdán
La fiesta continuó en Torremirona Relais Hotel Golf & Spa, un enclave integrado entre los hoyos de un campo de golf que combina elegancia, calma y una luz muy especial. El entorno —urbanización, zonas verdes, arquitectura mediterránea— encajaba a la perfección con la estética del día.

Pero si hubo algo que les convenció definitivamente fue su excelente cocina. Para una pareja que quería que sus invitados disfrutaran de verdad, este punto era fundamental.
Un aperitivo que lo tenía todo
Ariadna y Heribert querían que su boda fuese eso que tantas veces habían imaginado juntos: un espacio donde cada invitado se sintiera parte de su historia, donde la música, la luz de la tarde y los pequeños detalles construyeran un ambiente inolvidable.
Pianobar en directo, pieza clave de la celebración. Campari Spritz y Aperol Spritz, sus favoritos.

Ayla, ilustrando a los invitados en vivo.
Un Hallophone para dejar mensajes llenos de cariño.
El ambiente era cálido, cercano y muy personal: una mezcla de verano, música y emoción que todos los asistentes recuerdan.
Invitaciones y regalos
Las invitaciones, ilustradas por Ayla Madison a partir de una foto de la pareja, marcaron el estilo del evento.
Para el regalo prepararon un conjunto precioso:
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Copa serigrafiada
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Botella de vino dulce de Empordàlia con etiqueta personalizada

Todo presentado en cajas creadas por Gargot d’Amor. El leitmotiv era perfecto: “Somos la copa y el vino”. Una frase que mezclaba humor, tradición vinícola y bachata… y que, por supuesto, dio nombre a su primer baile.

Momentos más emotivos
Hubo muchos, y todos ellos dejaron huella:
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Las palabras de sus amigos durante la ceremonia les emocionaron profundamente.

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Ariadna entregó su ramo a su prima, un gesto cargado de simbolismo familiar.
- La entrada al banquete, abrazada por la energía de todos los invitados, fue inolvidable.
Las invitadas más elegantes
Ariadna destaca tres looks impecables, los de su amiga Carola Baños, con diseño propio de Aware Barcelona, Carme Gómez, vestida de Lady Pipa y Verónica López, con un diseño de Miphai Collection.
Tres estilos distintos, tres apuestas ganadoras.
Fotografía y contenido
La boda fue fotografiada por Anna Vilaclara, amiga de la pareja y alguien que conoce su forma de sentir y de mirarse. Nadie mejor para capturar la esencia del día.
Además contaron con Vow Visuals, su wedding content creator, indispensable para Ariadna, que trabaja en marketing y sabía exactamente lo que quería en términos de imagen espontánea.
Wedding Planners
El equipo de La Prèvia Events —Judit, Sonia y Diana— coordinó toda la boda con un cariño absoluto. “No sabemos qué habríamos hecho sin ellas”, nos dice Ariadna. Su trabajo permitió que los novios disfrutaran sin preocuparse de nada.
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Momento dulce
El pastel, de The Sweetlab, obra de Zuska, fue tan elegante como delicioso: un red velvet de una sola planta, minimalista, delicado y totalmente alineado con la estética del día.
Una luna de miel soñada
Su viaje fue tan especial como la boda. Primero, Bali, con su espiritualidad y sus templos. Después, un crucero por las islas de Flores y Komodo, entre paisajes salvajes y aguas turquesas.
Y como broche final, la isla de Sumba, donde pudieron ver caballos salvajes galopando al amanecer. Un espectáculo que les tocó el alma, especialmente por lo que los caballos representan en su vida.
Un viaje inolvidable para una pareja que entiende que la aventura —como el amor— se construye paso a paso, con calma y verdad.
Deseamos que Ariadna y Heribert sigan eligiéndose cada día y que su amor mantenga la serenidad de su solsticio.
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